¿Por qué hay zurdos?
Inés Quintero y su discurso de orden 19 de abril de 2010
Discurso pronunciado ante la Academia Nacional de la Historia
El 5 de mayo de 1909, la Academia Nacional de la Historia aprobó por unanimidad un acuerdo que daba respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cuál debe reputarse el día inicial de la independencia de Venezuela?
El debate resultó sencillo. La comisión nombrada para tal fin presentó ese día un informe el cual fue admitido en todas sus partes por la corporación. El documento estableció que la revolución verificada en Caracas el 19 de abril de 1810 constituía el movimiento inicial, definitivo y trascendental de la emancipación de Venezuela.
Cincuenta y un años más tarde, el doctor Cristóbal Mendoza, director de la Academia, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Sesquicentenario de la Independencia y orador de orden en la sesión solemne celebrada para conmemorar los 150 años del 19 de abril de 1810, ratificó el contenido del acuerdo de 1909. Concluyó su discurso con la siguiente afirmación: “El 19 de abril fue el día de la revelación de la conciencia nacional, el de la cristalización definitiva del sentimiento de Patria, el del triunfo de la ideología revolucionaria. Desde entonces quedó fijado en los cielos de América, como un sol, el nombre de Venezuela, alumbrando con el fuego de su ejemplo, los nuevos caminos del Continente”.
La constitución de las Juntas de Chuquisaca, La Paz y Quito, en 1809, y las de Santa Fe de Bogotá, Buenos Aires y Chile, así como la proclama de Miguel Hidalgo en la Nueva España, todas de 1810, fueron sancionadas como el inicio de la independencia en Bolivia, Argentina, México y Chile y como el día propiamente de la independencia en Ecuador y Colombia. Todas ellas, al igual que ocurrió en Caracas, declararon su lealtad a Fernando VII y fueron punto de partida para la erección de un nuevo gobierno.
Los distintos procesos discursivos que dieron lugar a esta identificación entre los movimientos declarativamente leales a Fernando VII y la determinación independentista que los animó se produjo tempranamente. En sus inicios formó parte de los diversos documentos de contenido histórico elaborados por los mismos protagonistas de los sucesos con la finalidad de justificar la ruptura. Se condenaron los trescientos años de despotismo y se postuló el advenimiento de una nueva era. La independencia se postuló entonces como la epifanía de la historia americana.
Durante el siglo XIX y en las primeras décadas del XX hubo un esfuerzo sostenido por construir un consenso historiográfico sobre la gesta que dio lugar al surgimiento de las nuevas naciones. En cada uno de nuestros países se elaboró un discurso relativamente uniforme sobre la hazaña independentista cuyo sentido y motivación esencial era servir de soporte y fundamento en el proceso de construcción de la nacionalidad y de esa manera contribuir a cohesionar las tendencias disgregadores, a unificar las distintas realidades e intereses regionales y a disipar las tensiones sociales que se mantuvieron luego de la disolución del orden antiguo.
Concluida la guerra y ante el enorme esfuerzo que constituía edificar los nuevos estados nacionales sobre los escombros dejados por el enfrentamiento bélico, las historias patrias se convirtieron en puntal necesario para la construcción de un proyecto común, el cual exigía el concurso de todos, sin importar la condición social, la procedencia étnica, la orientación política o la región en donde se encontraban.
Los recursos mediante los cuales se construyó esta conciencia histórica nacional de contenido y vocación expresamente nacionalista fueron numerosos. La historia escrita fue uno de ellos, pero no el único. Las conmemoraciones patrias, las fiestas cívicas, la enseñanza de la historia, el homenaje a los héroes, la creación literaria, la iconografía sobre la gesta heroica, los monumentos, los museos históricos, entre muchos otros, contribuyeron a nutrir los contenidos de la memoria, la construcción de un mito genésico de la nación, a fin de consolidar los nexos mediante los cuales venezolanos, ecuatorianos, colombianos, bolivianos, chilenos, mexicanos, argentinos, empezaron a reconocerse en un pasado común, a compartir los mismos héroes, las mismas efemérides y una misma epifanía de la historia: la independencia.
Es en este contexto que cobra especial relevancia el establecimiento de un hito iniciativo, de una fecha que fije el comienzo de la gesta heroica y que de lugar al consenso sobre su significación y alcances como referente inequívoco del surgimiento de la nación.
Distintos y reveladores estudios hechos por historiadores en Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Bolivia, y México, dan cuenta del interesante, complejo y muchas veces polémico proceso mediante el cual, finalmente, se integraron y articularon en una misma dirección los discursos historiográficos provenientes de las historias patrias con los dispositivos conmemorativos que contribuyeron a fijar el momento culminante y definitivo de la efeméride fundacional, pieza clave en la construcción y consolidación de la nacionalidad.
En el caso específico de Venezuela, el proceso mediante el cual se construye esta valoración uniforme del 19 de abril de 1810 como día inicial de la independencia ha sido descrito y analizado por Carole Leal Curiel. Será en 1877, en el marco del certamen nacional convocado para responder a la pregunta “¿El 19 de abril es o no del día iniciativo de nuestra independencia nacional?” que se fija de manera más firme la versión según la cual el 19 de abril de 1810 debía ser considerado el día inicial de nuestra independencia. En dos de los artículos ganadores del concurso se despoja a los sucesos de abril de cualquier relación directa con la crisis de la monarquía española, se ratifica la intención revolucionaria de sus promotores, se incorpora la argumentación según la cual la declaración de lealtad a Fernando VII había sido una artimaña, astucia o recurso político del momento para no alarmar a los pueblos, y se bolivarianiza la fecha destacando el temprano ideario independentista de Bolívar y su actuación protagónica en la consumación de la gesta que tuvo su inicio aquel 19 de abril en la ciudad de Caracas. Esta misma orientación, estos mismos argumentos están presentes en el dictamen de la Academia, y fueron ratificados por el doctor Cristóbal Mendoza en la celebración de los 150 años del 19 de abril de 1810.
La conmemoración del sesquicentenario constituyó así, ocasión propicia para reafirmar el momento iniciativo, el punto de partida de nuestra independencia y de nuestra historia nacional, no sólo en Venezuela sino en muchas de las naciones que, en aquel momento, festejaban sus 150 años de vida independiente.
Un grupo representativo de historiadores de los distintos países iberoamericanos coinciden al valorar la permanencia y fortaleza del consenso historiográfico relativo a la independencia hasta bien avanzado el siglo XX y advierten la presencia, en los años sesenta y con mayor fuerza, a partir de las décadas siguientes de un cuestionamiento cada vez más generalizado a las convenciones establecidas sobre el pasado independentista.
Esta tendencia crítica de discusión sobre la independencia ha tenido y tiene lugar en el ámbito de los historiadores profesionales latinoamericanos, en su gran mayoría, formados en las escuelas de historia que recién comenzaron a instaurarse en las universidades de la región y, muchos de ellos, con estudios de cuarto nivel en universidades nacionales y extranjeras. A este contingente de historiadores latinoamericanos se sumó un significativo número de historiadores europeos y norteamericanos interesados en la independencia hispanoamericana. Esta comunidad de historiadores atendió la revisión y el análisis de las fuentes de la época con las herramientas y técnicas del oficio historiográfico, y se distanció críticamente de las premisas postuladas por la historiografía precedente.
El proceso de las independencias, en plural, se abordó entonces despojado de maniqueísmos, se dejó atrás la épica libertaria, se discutió y desmontó el carácter providencial de los héroes, se incorporaron las especificidades regionales, se cuestionó la unanimidad política del proyecto independentista, se estudiaron el partido y proyectos de los realistas, se destacó la presencia de otros actores sociales ocultos bajo la acepción de “el pueblo”, se objetó la inevitabilidad de la independencia, se amplió el ámbito temporal del proceso, se analizaron sus vínculos con la crisis de la monarquía, se discurrió sobre las implicaciones económicas de la guerra, sobre la participación de las mujeres, y se incorporaron al debate múltiples miradas sobre temas y problemas de la mayor diversidad, los cuales han nutrido y siguen enriqueciendo la discusión y reflexión sobre nuestras independencias.
En el caso venezolano, es posible advertir el impulso renovador que, de manera continua, han adquirido los estudios sobre la independencia a partir de la década de los sesenta. La crítica y revisión sistemática del culto a los héroes, iniciada por el Dr. Germán Carrera Damas con su obraEl Culto a Bolívar y atendida en los años posteriores por Luis Castro Leiva, Elías Pino Iturrieta y Manuel Caballero entre otros; la mirada desde las regiones; el examen de las diferentes caras de los autonomismos provinciales; los estudios sobre las ideas y actuación de quienes defendieron la causa del rey; la dimensión social del proceso, las implicaciones diversas del terremoto de 1812; los debates sobre la libertad de culto; el claustro universitario frente a la independencia; la vida femenina; el desenvolvimiento de la economía, las elecciones, el ejercicio de la soberanía, la opinión pública y muchos otros aspectos desatendidos con anterioridad, forman parte de una agenda de investigación en constante movimiento y ajena por completo a procurar la unanimidad o la uniformidad interpretativa.
Como parte de esta ampliación de miradas y problemas que ocupan a los estudiosos de la independencia, ha tenido lugar una revisión y fructífera discusión cuyo interés fundamental ha sido replantear los alcances y estrechas relaciones existentes entre la crisis política de la monarquía española que estalla en 1808, los movimientos juntistas americanos de los años 1808 y 1809 y los procesos de constitución de juntas ocurridos en varias ciudades hispanoamericanas en 1810.
El debate no es reciente. Ya en los años cincuenta se había planteado como problema; no obstante, fueron los estudios de François Xavier Guerra, Modernidad e Independencias y de Jaime Rodríguez La independencia de la América Española, publicados en la última década del siglo XX, los que tuvieron un peso decisivo en la discusión que se desarrolla en la actualidad referida al impacto y las diversas expresiones políticas que generó la crisis de la monarquía española de uno y otro lado del Atlántico.
Lo que destacan los estudios adelantados por Guerra y Rodríguez, es la existencia de relaciones recíprocas entre la revolución liberal española y los procesos que condujeron a la independencia de América; así como la necesidad de romper o superar la tendencia establecida tanto en Europa como en América de estudiarlos como que si fuesen fenómenos independientes. Se trata de comprenderlos, según apunta Guerra como: “…un proceso único que comienza con la irrupción de la modernidad en una monarquía de Antiguo Régimen y va a desembocar en la desintegración de ese conjunto político en múltiples estados soberanos”.
De acuerdo a lo planteado por Jaime Rodríguez, la independencia de la América Española debe ser analizada en el marco de un proceso de cambios mucho más amplio, el que se dio en el mundo atlántico desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XIX, período en el cual las sociedades monárquicas se transformaron en democráticas y los súbditos de las monarquías se convirtieron en ciudadanos de los nuevos estados nacionales.
Las investigaciones sobre los procesos juntistas americanos que se han realizado en la historiografía reciente latinoamericana se han desarrollado desde esta perspectiva y se enriquecen constantemente con la incorporación de renovadores planteamientos.
Entre los aspectos que destacan los autores que se han ocupado de estos temas está la uniforme lealtad hacia Fernando VII y de rechazo hacia la usurpación francesa que se produjo en América, al conocerse las noticias acerca de las abdicaciones de Bayona. En todos los casos estas manifestaciones de fidelidad fueron relativamente homogéneas, se inscribieron dentro de la tradición ceremonial del reino y pusieron en evidencia la fortaleza, coherencia y unidad del imperio español. A pesar de la disgregación de poder en numerosas juntas y de la inexistencia de una instancia política que pudiese ser reconocida como la legítima autoridad, no hubo en América ningún movimiento que tuviese como objetivo adelantar la independencia.
Como consecuencia de esta inédita situación se dio también en las provincias americanas un intenso debate cuyo propósito era buscar respuestas frente a la emergencia política que representaba la acefalía del trono. La pregunta fundamental, al igual que ocurrió en la península, fue la misma: ¿sobre quién recae la soberanía, en ausencia del rey?
La respuesta a esta interrogante, la búsqueda de mecanismos que permitiesen dar respuesta a la incertidumbre política creada por el colapso de la monarquía, devino en la propuesta o constitución de Juntas en las provincias americanas, tal como sucedió en España. Así ocurrió en México, Caracas, Buenos Aires en 1808 y en Chuquisaca, La Paz y Quito al año siguiente. En cada uno de estos lugares, a la hora de plantearse cómo responder frente al desmantelamiento de las instancias de poder de la monarquía y en medio de fuertes tensiones y posiciones encontradas, se recurrió a los fundamentos que ofrecía el patrimonio jurídico e histórico de la monarquía: ausente el rey la soberanía regresaba a la nación. Estas primeras juntas, sustituirían a las autoridades constituidas, atenderían la emergencia y, al mismo tiempo permitirían a las elites urbanas reunidas en su mayoría en los cabildos ocupar nuevos espacios para avanzar en la negociación de sus reclamos y aspiraciones autonomistas. Ninguna alentó propuestas independentistas que condujesen a la desintegración del imperio.
Sin embargo, la respuesta de las autoridades fue impedir, desconocer y condenar las iniciativas juntistas, interpretándolas como tentativas subversivas cuya motivación era alcanzar la independencia y no como expresión del espíritu pactista, fidelista y autonomista que las animó.
La reasunción de la soberanía, apunta Guerra, rompió con la doctrina absolutista del origen divino del poder regio. Por las circunstancias y sin que nadie se lo hubiese propuesto, la soberanía repentinamente recayó en la sociedad. Esto tuvo una consecuencia fundamental, aun cuando hubiese sido ejecutado de manera provisional, la política se abrió a todos los actores sociales, conduciendo, inevitablemente, a otro asunto de similar entidad: el problema de la representación.
El 22 de enero de 1809, la Junta Central, declaró a los vastos y preciosos dominios de España en las Indias como una parte esencial e integrante de la monarquía española Acto seguido estableció que se les concedería la posibilidad de tener representación nacional para que formasen parte de esta nueva instancia de poder, depositaria de la soberanía en ausencia del rey. Esta declaración constituyó base de sustentación y legitimación de las exigencias americanas, como partes integrantes de de la monarquía.
El llamado de la Junta Central fue atendido en la Nueva España, Guatemala, Nueva Granada, Perú, Chile, Venezuela y en el Río de la Plata; sin embargo los términos de la convocatoria generaron fuertes reparos y confrontaciones, no sólo en las provincias en donde se realizaron las elecciones, también en aquellas que no tenían derecho a participar en el proceso electoral.
Si bien el llamado a elecciones se hizo siguiendo los procedimientos antiguos propios de los organismos corporativos, la diferencia principal consistió, según señala Jaime Rodríguez, en que fueron ajustados a los nuevos propósitos del momento político, constituyendo un considerable paso hacia adelante en la formación de un gobierno representativo moderno para la totalidad de la nación española.
Las instrucciones preparadas por las provincias dan cuenta de las aspiraciones autonomistas de las élites criollas, de sus malestares y descontentos sobre la situación política que se vivía en España y de la incertidumbre e inquietud que representaba la posibilidad de que la península cayese en manos de los franceses. Al mismo tiempo, ofrecieron la oportunidad para que se plantearan las demandas de igualdad política de los americanos frente a los peninsulares. En ninguna de ellas hubo planteamientos que promoviesen la reestructuración del sistema político, tampoco propuestas que pretendiesen la desintegración del imperio.
La aplicación del decreto condujo a la creación de un espacio político representativo que antes no existía, y por ende, a la politización de una esfera pública. Era la posibilidad de incidir en la política desde el estado por parte de los criollos autonomistas, sin necesidad de alterar la forma de gobierno monárquica.
Ninguno de los diputados electos en América llegó a formar parte de la Junta Central, ya que, concluidos los procesos electorales y cuando algunos de los representantes americanos se encontraban camino a España, la Junta Central fue disuelta y sustituida por el Consejo de Regencia. El Consejo de Regencia, en su condición de nueva autoridad del Reino mantuvo la convocatoria a Cortes, reiteró la declaratoria de igualdad de los americanos e informó los términos de la representación americana para la reunión de las Cortes el cual conservaba la inequidad de representación entre españoles y americanos.
En América, la noticia sobre la caída de Andalucía y la disolución de la Junta Central generó un ambiente de incertidumbre respecto al futuro de España, desató un intenso debate y propició numerosas reacciones de rechazo y desconfianza ante el Consejo de Regencia por considerarlo como un poder usurpador de la soberanía.
El delicado asunto de la soberanía y el no menos espinoso de la representatividad volvían al terreno del debate, pero ahora con consecuencias políticas diferentes. Si se había convocado a los americanos para que participasen en el gobierno en calidad de diputados de la Junta Central, no podían ahora informarles que no existía la Junta y que había una nueva instancia depositaria de la soberanía la cual gobernaba en nombre del Rey. Además, al quedar disuelta la Junta, quedaba sin efecto y sin posibilidades de ejecución inmediata las aspiraciones de las elites criollas de proponer y negociar sus demandas autonomistas, como partes integrantes de la monarquía.
El conflicto no tardó en manifestarse: ¿Cómo era que la Junta Central la cual había sido reconocida como legítima autoridad y de la cual formaban parte unos delegados americanos, legítimamente electos, era disuelta y sustituida por otro organismo sin que hubiese mediado participación alguna de los súbditos de esta parte del reino?
El resultado fue el desconocimiento de la autoridad de la Regencia y la erección en América de Juntas Supremas depositarias de la soberanía y defensoras de los derechos de Fernando VII, todas ellas en el transcurso del año de 1810: Caracas fue la primera en pronunciarse, el 19 de abril de 1810; Buenos Aires el 25 de mayo; la Nueva Granada el 20 de julio y Chile, el 18 de septiembre.
El argumento era el mismo de 1808: roto el pacto entre el Rey y los súbditos, la soberanía recae en la nación, no podía entonces arrogarse tal atributo una instancia ilegítima y, por tanto, usurpadora de la soberanía. Las Juntas que se constituyen a partir de esta fecha no reconocen a los representantes del poder real en América; reaccionan contra la autoridad de la Regencia; denuncian la ruptura del pacto por parte de las autoridades españolas y rechazan la desigual representación que se ofrecía a los americanos para participar en la instancia que definiría el rumbo político de la monarquía española.
En el caso específico de Caracas el tema de la ilegitimidad de la Regencia se plantea sin ambigüedades en el “Acta del 19 de abril”. La decisión de los firmantes fue erigir un gobierno que pudiese atender a la seguridad y prosperidad de la provincia, vistas las circunstancias en las cuales se encontraba la península y en atención a las flagrantes insuficiencias de la Regencia. Al día siguiente se redacta una “Proclama” en la cual se insiste sobre la ilegitimidad de la Regencia ya que ésta “…ni reúne en sí el voto general de la Nación, ni menos el de estos habitantes que tienen el legítimo e indispensable derecho de velar sobre su conservación y seguridad como partes integrantes que son de la Monarquía Española”
Inmediatamente después de su constitución, la Junta emite un documento en el cual admite la ausencia de representación de las demás provincias y postula la necesidad de convocar a los habitantes de todas las provincias a formar parte de la “Suprema Autoridad” con proporción al mayor o menor número de sus habitantes. El 11 de junio, cuando no han transcurrido dos meses de la proclama, la Junta de Caracas aprueba el reglamento que normaría la elección para la “Representación legítima y universal de todos los Pueblos en la Confederación de Venezuela” En correspondencia con esta determinación, se rechaza y condena la convocatoria electoral para las Cortes y se denuncia la inequidad de representación entre americanos y españoles.
Los hechos ocurrieron de manera similar en Buenos Aires, Chile y con algunas variantes en la Nueva Granada en donde se constituyeron numerosas juntas. En todos los casos, las provincias declararon su lealtad a Fernando VII y postularon la necesidad de convocar un congreso a fin de discutir la forma que adoptaría el nuevo gobierno.
Los dos años transcurridos desde que se conocieron los sucesos de la península en 1808 hasta que se disolvió la Junta Central y se constituyó el Consejo de Regencia, habían generado un ambiente de incertidumbre, agitación y conmoción el cual propició la reunión frecuente de los vecinos principales y el debate constante sobre su propia circunstancia política, no sólo ante el inminente peligro de la pérdida definitiva de España frente al usurpador francés, sino respecto a la falta de legitimidad del poder existente en la monarquía y a los peligros que podía acarrear la posibilidad de levantamientos populares que atentasen contra el orden establecido. La situación exigía elaborar propuestas viables para el futuro inmediato de las provincias allende los mares. En estas circunstancias es razonable pensar que en las reuniones y tertulias que tuvieron lugar en América durante este agitado período confluyeron de manera contradictoria y apasionada las más diversas opiniones y consideraciones sobre la situación española y sus efectos y posibles soluciones en los territorios de ultramar. De allí que las repuestas no fuesen únicas ni uniformes.
En Venezuela, se constituyeron juntas en Caracas, Margarita, Barcelona, Cumaná, Barinas, Mérida y Trujillo, se realizaron elecciones para la formación de un Congreso General y los representantes de estas provincias sancionaron la independencia el 5 de julio. No obstante, Maracaibo Guayana y Coro se mantuvieron leales a la Regencia, Maracaibo eligió su representante a Cortes en cuyas instrucciones se plasmaron las demandas autonomistas de la provincia, mientras que Coro y Guayana enviaron delegados a fin de reclamar su derecho a representación y defender sus aspiraciones ante el gobierno constitucional de la monarquía.
En la Nueva Granada, el desconocimiento del Consejo de Regencia también dividió el parecer de las provincias, como ocurrió en Venezuela; de manera que unas siguieron el camino autonomista y otras se mantuvieron fieles a la Regencia y eligieron diputados a Cortes. Tampoco hubo unidad de criterios entre respecto al ejercicio de la soberanía, hubo fuertes tensiones y disensiones frente al gobierno de Bogotá y entre las propias provincias. Las declaraciones de independencia se produjeron de manera diferenciada, primero en Cartagena, en noviembre de 1811; luego en Cundinamarca en julio de 1813 y, al mes siguiente, en Antioquia.
En el Río de la Plata también se plasmaron enfrentamientos entre la Junta superior de Buenos Aires y los discursos y aspiraciones autonomistas de las provincias que conformaban el virreinato; hubo igualmente diversidad de opiniones respecto a mantener la fidelidad a Fernando VII mientras se desconocía al Consejo de Regencia y a las Cortes reunidas en Cádiz. No fue sino en 1816 cuando se declaró la Independencia de las provincias unidas de Sud-América.
En la Nueva España, la rebelión acaudillada por Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1810 se hizo en nombre de Fernando VII y con el estandarte de la virgen de Guadalupe. Al año siguiente, se constituyó la Junta Nacional Americana en Zituacaro, también leal a Fernando VII y no fue sino el Congreso de Chilpancingo reunido en septiembre de 1813 el que declaró la independencia. Sin embargo, antes del estallido de la insurrección, ya se habían iniciado en 22 ciudades las elecciones de los diputados que representarían a la Nueva España en las Cortes del Reino y, al sancionarse la Constitución de la Monarquía en 1812, esta fue juramentada y aplicada en numerosas provincias de la Nueva España. Convivieron así en el espacio novohispano la insurgencia y la constitucionalidad monárquica.
Lo que expresan los numerosos estudios que se han hecho en estas últimas décadas es precisamente la riqueza y variedad de situaciones y posibilidades políticas que desencadenó la crisis de la monarquía, lo cual no se reduce exclusivamente al más visible y trajinado de ellos: el desenlace final de la independencia.
La magnitud de los acontecimientos que se produjeron, la diversidad de respuestas que suscitó, los debates que generó, las modalidades de participación y actuación políticas que motivó: el establecimiento de juntas, las demandas autonomistas, la realización de elecciones, la activación de diferentes espacios de actuación pública, dan cuenta de un intenso proceso de transformación, de transición entre las prácticas y principios del Antiguo Régimen a las modalidades propias de la modernidad política cuyo desenvolvimiento tuvo expresiones particulares, ritmos distintos y no está sujeto ni necesariamente vinculado al mantenimiento o ruptura de la lealtad a Fernando VII, a la obediencia o no al Consejo de Regencia, a la declaración o no de la independencia, o reducido a las restricciones que implica analizarlos desde las fronteras nacionales de la actualidad.
Se produjo una revolución política de amplio alcance cuyos contenidos y definiciones tuvieron su inicio en el marco de la monarquía y su continuidad o transformación definitiva en la construcción de los proyectos republicanos. La reasunción de la soberanía, transitoria o en depósito, alteró los parámetros de legitimación política del absolutismo, al desplazarse del rey a la sociedad; el discurso pactista propio de la tradición política del reino dio paso a la emergencia de los autonomismos americanos frente a la metrópoli, respecto a los centros de poder internos y en la relación de las provincias entre sí; desapareció la condición de vasallos del rey: los habitantes de América se convirtieron en ciudadanos, unos en ciudadanos españoles bajo el amparo de la constitución de la monarquía, otros en ciudadanos de las repúblicas en ciernes; se produjo una ruptura del sistema de representación corporativo del Antiguo Régimen transformándose en sistemas de representación territorial por provincias o en sistemas de representación proporcional de la población libre; se ampliaron o se modificaron las doctrinas, postulados, conceptos que otorgaban sentido a las prácticas e instituciones políticas antiguas para adaptarlas o transformarlas a las nuevas circunstancias en un esfuerzo inédito de enorme creatividad política.
Un proceso de tal complejidad, en el cual intervienen aspectos tan distintos y cuya materialización se dio de manera tan diversa ofrece enormes dificultades para la construcción de versiones uniformes, para la elaboración de consensos interpretativos, para la imposición de miradas únicas. Exige, más bien una discusión constante, no con la finalidad de sustituir unos paradigmas por otros, sino con el propósito de nutrir, ampliar, problematizar los resultados obtenidos. Con la inquietud de construir, buscar, encontrar nuevos nichos de investigación, perspectivas desconocidas, problemas ignorados, aspectos inesperados; con el interés siempre dispuesto a sostener un debate plural y crítico sobre nuestro pasado. Es este y no otro el sentido del oficio historiográfico.
No es casual entonces que haya sido y siga siendo en el seno de los profesionales formados en nuestras universidades que haya tenido lugar esta importante, nutritiva y siempre inacabada reflexión sobre las convenciones y tópicos establecidos en torno al momento primigenio de nuestras independencias. Las universidades son el espacio natural para la construcción constante del conocimiento crítico, para la discusión abierta, sin cortapisas, sin mordazas, amenazas, extorsiones, ni censuras. Las Universidades, por su misma condición de espacios formativos, plurales, autónomos y democráticos, tienen el derecho y el deber y así ha sido históricamente, incluso en tiempos de la independencia, de sostenerse como el ámbito idóneo e insustituible para garantizar la libertad de pensamiento y el libre fluir de las ideas, no sólo sobre el pasado, sino también sobre el presente y el futuro de nuestras sociedades.
Es una enorme tranquilidad constatar que existe una distancia abismal entre el discurso conmemorativo convencional, entre los llamados contenidos de la memoria, entre la reiteración de los postulados heroicos y patrióticos de las efemérides y los próceres militares que todavía persisten en la actualidad y los contenidos plurales, dinámicos, diversos, ajenos a la uniformidad que nutren la producción crítica de la historiografía profesional, universitaria, académica.
No resulta tampoco consecuencia de una contingencia temporal que haya sido precisamente en la década de los sesenta, cuando en las universidades latinoamericanas y en la mayoría de nuestras sociedades se hacían esfuerzos contundentes por alcanzar y fortalecer el ejercicio democrático, que el pensamiento crítico sobre nuestras independencias se empeñó en despojarlas de la visión providencialista, heroica y esencialmente épica y militarista que había imperado desde el siglo XIX, abriendo la posibilidad de atender su estudio sin maniqueísmos, advirtiendo sus contradicciones, incorporando sus aspectos sociales, sus incidencias regionales y dando lugar a una pluralidad de visiones posibles y necesarias. Así se desenvuelve el conocimiento en las sociedades democráticas.
También es conveniente destacar la ampliación de la agenda de investigación en la década de los noventa sobre tópicos políticos inherentes e insoslayables del proceso de la independencia como son la práctica de la ciudadanía, el principio de la representación, la experiencia de la autonomía, el ejercicio de la soberanía, y la construcción de un sistema republicano, justamente en el contexto de la discusión sobre la necesidad de profundizar, ampliar y defender las experiencias y contenidos de la democracia, así como sus posibilidades e ineludible pertinencia para la convivencia republicana. Ello seguramente ha tenido y tiene un impacto decisivo a la hora de interpretar los hechos ocurridos hace doscientos años no como el inicio de la independencia, sino como parte esencial de una revolución política de significación histórica sin precedentes mediante la cual se rompió con las formas políticas antiguas y se dio inicio a la construcción de nuevos referentes políticos en donde la soberanía, la ciudadanía, la autonomía, las elecciones, las libertades individuales, el estado de derecho y la división de poderes se establecieron como parte constitutiva de la existencia republicana, y los cuales, sin la menor duda, forman parte ineludible del debate actual en Venezuela y en el resto de América Latina.
Quiero expresar mi más sincero y sentido agradecimiento a los individuos de Número de la Academia Nacional de la Historia, mis colegas, mis amigos, mis compañeros de todos los jueves, por la confianza que depositaron en mi al ofrecerme el inmenso privilegio de reflexionar sobre estos temas cuando se conmemoran 200 años del 19 de abril de 1810; este sincero y sentido agradecimiento lo hago extensivo a todos los individuos de Número de las Academias aquí presentes quienes acogieron con una enorme generosidad y un inmenso respeto la propuesta de la Academia Nacional de la Historia.
Puedo decirles a todos ustedes, sin que me quede nada por dentro que jamás me imaginé que ocuparía este lugar en un momento como éste, tampoco naturalmente que podría compartir esta inmensa dicha con la presencia maravillosa de mi papá y mi mamá, con mi familia, mis afectos y por supuesto con este nutrido público que nos acompaña.
Estoy persuadida de que la decisión de la Academia Nacional de la Historia y de todas las Academias Nacionales no constituye un reconocimiento individual hacia mi persona, expresa, más bien, un reconocimiento mucho más amplio a la madurez y al compromiso de la historiografía venezolana por su esfuerzo sostenido de irrumpir contra los mitos y de mantener y propiciar una mirada crítica sobre el pasado y presente venezolano
Y me ofrece a mí la oportunidad de recordar a quienes, hace doscientos años tuvieron el arresto de echar a andar una república de ciudadanos y reconocer también el valor, el coraje, la constancia y el ineludible compromiso demostrado por todos aquellos venezolanos que, desde esa fecha hasta el presente han estado dispuestos a defender, a proteger, a fortalecer y a enriquecer las prácticas republicanas.
Muchas gracias.
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Discurso publicado con autorización de la autora.
Credo bolivariano... Laureano Márquez
Se acerca la Semana Mayor y algunas revelaciones doctrinales sobre la teología cristiana nos han sido comunicadas por el papaúpa. A saber: Dios-Padre es bolivariano, Jesús socialista y el Espíritu Santo milita en el PSUV, lo que garantiza la pronta resolución del embrollo eléctrico. Por tal razón, proponemos a la Congregación para la Doctrina de la Fe que, con carácter de urgencia, acepte, junto al Credo de los Apóstoles y el NicenoConstantinopolitano, el credo bolivariano, para el que proponemos la siguiente fórmula:
“Creo en Dios, Padre todopoderoso, bolivariano y revolucionario. Creador del cielo y de la tierra y esperanza nuestra para la resolución del problema eléctrico cuando nos mande la tan anhelada lluvia, porque Él dijo: `hágase la luz’ y la luz se hizo. Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor -después de nuestro líder y conductor- y primer socialista de la historia al expropiar el pan y el pescado para su multiplicación, mientras sus seguidores coreaban: “Uh, ah… Jesús no se va”, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen, también simpatizante del proceso. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, un enviado del imperio y agente de la CIA, fascista y golpista venido a sabotear la revolución palestina, reprimir y expulsar a los árabes y acabar con los persas.
Fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, también conocidos como IV República, un lugar inhóspito y corrupto, de jueces vendidos y opresión. Al tercer día resucitó de entre los muertos, gracias a los adelantos de la medicina cubana. Subió a los cielos, en un helicóptero puesto a su servicio por nuestro comandante, y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso (el del cielo). Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos, aunque a los vivos en este país nunca nadie los juzga, cosa que hará delegando funciones en nuestro máximo tribunal, en cuya imparcialidad y desinterés por los asuntos materiales confía. Creo en el Espíritu Santo y en su militancia en el marxismo-leninismo, en la Santa Iglesia Católica, bolivariana y revolucionaria, en la comunión de los santos en cooperativas endógenas, en el perdón de los pecados cometidos por los nuevos millonarios, en la resurrección de la carne y su vuelta a Mercal y en la vida eterna de nuestra revolución.
Patria, socialismo o muerte…
Amén.
Los libros más vendidos
La siguiente es la lista de los libros más vendidos esta semana en algunos países de Latinoamérica, más Francia, España y Estados Unidos:
Argentina
1 - “La reina en el palacio de las corrientes de aire”, de Stieg Larsson
2 - “Cuentos selectos”, de Virgilio Piñera
3 - “La soledad de los números primos”, de Paolo Giordano
4 - “Gran sertón: veredas”, de Joao Guimaraes Rosa
5 - “Argentatium”, de Ezra Pound
(Fuente: Librería Norte)
México
1 - “Gel Azul”, de Bernardo Fernández
2 - “Las grandes traiciones de México”, de Francisco Martín Moreno
3 - “Dibujo para artistas que descubrir”, de Quentin Blake
4 - “Crepúsculo: diario de la directora”, de Katherine Hardwicke
5 - “Nocturna”, de Guillermo del Toro
(Fuente: Librería Gandhi)
Brasil
1 - “A Cabana”, de William P. Young
2 - “Amanhecer”, de Stephenie Meyer
3 - “Lua nova”, de Stephenie Meyer
4 - “O menino do pijama listrado”, de John Boyne
5 - “Leite derramado”, de Chico Buarque
(Fuente: Livrariacultura)
Chile
1 - “La Trampa”, John Grisham
2 - “La contadora de películas”, de Hernán Rivera Letelier
3 - “Luna Nueva”, de Stephenie Meyer
4 - “La Mano de Fátima”, de Idelfonso Falcones
5 - “Amanecer”, de Stephenie Meyer
(Fuente: Encuesta en principales librerías de Santiago)
Venezuela
1 - “El país de la canela”, de William Ospina
2 - “El señor Marx no está en casa”, de Ibsen Martínez
3 - “Martes con mi viejo profesor”, de Mitch Albom
4 - “Crepúsculo”, de Stephenie Meyer
5 - “Ursúa”, de William Ospina
(Fuente: Librería Lectura, Las Novedades y Del Sur)
Estados Unidos
1 - “Bad moon rising”, de Sherrilyn Kenyon
2 - “That old cape magic”, de Richard Russo
3 - “The help”, de Kathryn Stockett
4 - “The girl who played with fire”, de Stieg Larsson
5 - “Inherent vice”, de Thomas Pynchon
(Fuente: The New York Times, Ficción Tapa dura)
España
1 - “La reina en el palacio de las corrientes de aire”, de Stieg Larsson
2 - “Los hombres que no amaban a las mujeres”, de Stieg Larsson
3 - “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”, de Stieg Larsson
4 - “The girl who kicked the hornets nest”, de Stieg Larsson
5 - “El secreto”, de Rhonda Byrne
(Fuente: Casa del Libro)
Francia
1 - “Le Lièvre de Patagonie”, de Claude Lanzmann
2 - “Michael for ever”, de Laurent Lavige
3 - “Lettre ouverte aux bandits de la finance”, de Jean Montaldo
4 - “D-Day et la bataille de Normandie”, de Antony Beevor
5 - “Socrate, Jésus, Bouddha”, de Frédéric Lenoir
(Fuente: L’Express Livres)
Semana: “Casi todo lo que Chávez dijo es falso”
Las mentiras de Chávez
SEMANA revela la verdadera historia de los lanzacohetes vendidos por Suecia a Venezuela que terminaron en manos de las Farc.
De Hugo Chávez se pueden decir muchas cosas, pero no se puede negar que es un genio de la comunicación y extraordinariamente carismático. En la cumbre de Unasur la semana pasada fue el protagonista. Su astucia, su calor humano y su chequera lo han convertido en el líder de la región.
Antes de la llegada de Chávez al escenario los jefes de Estado se referían los unos a los otros como “señor Presidente”. Hoy todos parecen una familia y las cumbres se han convertido en una reunión de primos que se llaman los unos a los otros por los nombres: Cristina, Rafael, Hugo, Evo.
Muchos de los primos son de izquierda y los que no lo son le tienen tanto cariño al primo mayor, que le siguen la corriente o, por lo menos, no lo contradicen. La oveja negra de esa familia es Álvaro Uribe Vélez, que es un ‘nerd’, juicioso, sin sentido del humor y que en lugar de la frescura y el carisma tropical de los otros, es más serio y tiene una posición ideológica antagónica de la de sus primos revolucionarios.
Lo que sorprende de esta descripción es que la preeminencia de Chávez se haya podido mantener después de la revelación de hechos gravísimos que en épocas anteriores lo habrían convertido en la oveja negra.
El ‘comandante’ es tan hábil, que ha logrado generar dudas sobre su complicidad con las Farc. Correa, Evo Morales y Daniel Ortega sin duda alguna le tienen simpatía y hasta solidaridad a esa organización guerrillera y no la consideran terrorista. Pero no tienen una complicidad tan evidente. Sus pecados pueden ser más por omisión que por acción, cosa que no ocurre en el caso de Chávez.
En su ofensiva mediática de la semana pasada, Chávez desplegó toda su brillantez como comunicador ante Vicky Dávila y posteriormente en La W radio y en El Tiempo. El objetivo principal de esas entrevistas era desvirtuar el tema de los lanzacohetes AT-4 que podían haber sido entregados por su gobierno a la guerrilla. Lo que es increíble es que casi todo lo que dijo sobre ese tema era falso.
Mentiras y cohetes
Uno de los primeros argumentos de Chávez presentado el pasado 5 de mayo durante una rueda de prensa en el Palacio de Miraflores era que los lanzacohetes encontrados en un campamento de las Farc el año pasado habían sido robados en 1995 por la guerrilla en ataque a una base de la infantería de marina venezolana en Cararabo, en el estado fronterizo de Apure. Sin embargo, tres días más tarde, durante la entrevista con Vicky Dávila, la periodista le hizo caer en la cuenta al mandatario de que el ataque al que se refería había sido efectuado por el ELN y no por las Farc. Chávez no pudo explicar por qué si quienes robaron los lanzacohetes eran guerrilleros del ELN, esos artefactos acabaron en poder de las Farc.
Otro de los argumentos que no cuadran en las explicaciones de Chávez tiene que ver con el número de lanzacohetes perdidos. El Presidente venezolano mostró a la prensa un documento con la relación de las armas robadas durante el ataque de 1995, entre las cuales, según él, estaban cinco rockets robados por la guerrilla. Esa afirmación tampoco es verdad. En algunos medios de comunicación venezolanos varios ex militares, políticos y funcionarios judiciales que hicieron la investigación por el ataque a la base en 1995 coinciden en afirmar que en ese lugar no había lanzacohetes. Uno de ellos fue el vicealmirante retirado de la armada venezolana Carlos Ramos, quien en declaraciones al diario El Nacional, de Caracas, afirmó que “en ese destacamento no había AT-4. Los irregulares se llevaron fusiles y municiones, pero no más. En esa clase de puesto militar, un armamento de ese tipo no es útil”. Lo mismo dijo el general venezolano Gonzalo García, quien fue uno de los primeros en llegar a la base atacada por el ELN hace 14 años: “Allí sólo se encontraron ametralladoras, fusiles y un lanzacohetes similar al AT-4 denominado Carl Gustav”. Al quedar claro que fue el ELN y no las Farc las que realizaron el ataque, y que no había lanzacohetes en el lugar, la versión de Chávez queda desvirtuada.
Pero estos no son los únicos argumentos que evidenciarían mentiras, ni los más comprometedores. Durante la rueda de prensa y en las diferentes entrevistas de Chávez en las últimas semanas, siempre afirmó que los lanzacohetes encontrados a las Farc eran unos artefactos obsoletos, inservibles y básicamente unos tubos viejos. Esto es otra falsedad. El 25 de septiembre del año pasado el ministro del Interior venezolano, Tareck El Aissami, convocó una rueda de prensa en Caracas en donde mostró un lanzacohetes AT-4, idéntico al encontrado a las Farc, con el cual supuestamente se iba a realizar un atentado contra el presidente Chávez. En ese momento, hace menos de un año, las autoridades venezolanas explicaron con lujo de detalles el gran poder destructivo y el alto peligro de ese tipo de lanzacohetes. Resulta curioso, por decir lo menos, que esos mismos rockets que fueron considerados por los propios venezolanos como muy efectivos cuando el supuesto atentado es contra Chávez, acaban siendo inservibles y chatarra cuando aparecen en manos de las Farc.
Además de esta contradicción del propio gobierno venezolano, desafía la lógica creer que una guerrilla experimentada como la de ‘Tirofijo’ y ‘Jojoy’ tenga a sus hombres cargando durante 14 años en la selva y al rayo del sol unos tubos inservibles.
Los otros ‘rockets’
Pero esto no es lo más grave. Hasta ahora Chávez ha asegurado que son cinco los lanzacohetes supuestamente robados en la base fluvial de Cararabo. Pero la realidad es que la cifra de estos artefactos en poder de las Farc que hasta ahora se ha encontrado por las autoridades colombianas es de siete (ver fotos). Y lo peor es que, aunque Chávez afirma que son obsoletos, esos lanzacohetes ya han sido utilizados por las Farc en territorio colombiano. Y lo más increíble es que uno de estos fue disparado ni más ni menos que contra el avión del presidente Álvaro Uribe.
Esto ocurrió el 21 de octubre de 2003, cuando guerrilleros de las Farc dispararon un rocket que cayó cerca de los hangares de la base militar de Catam en Bogotá, poco antes que aterrizara el avión con el presidente Uribe. La reacción de las autoridades impidió que un segundo artefacto fuera disparado desde una casa cerca de la pista, pero el lanzacohete fue incautado por las autoridades. Ese atentado fue registrado en su momento por los medios de comunicación, pero no se conoció inmediatamente el origen de las armas. Posteriormente, los números de serie de los artefactos decomisados fueron enviados a la Interpol y a la Agencia contra el Alcohol, Tabaco, Armas de fuego y Explosivos (ATF) de Estados Unidos para identificar su origen. Las investigaciones de las autoridades internacionales permitieron establecer que los que habían sido utilizados en el atentado contra Uribe eran AT-4 de fabricación sueca vendidos al Ejército de Venezuela.
En mayo de ese mismo año, 2003, las autoridades ya habían incautado en una vereda del Guamo, Tolima, otros dos lanzacohetes que estaban en poder de la columna Teófilo Forero. Los números de serie de esos rockets también fueron enviados a autoridades internacionales y también resultaron ser AT-4 pertenecientes al mismo lote del atentado contra el avión presidencial. Ese lote es el mismo de los tres lanzacohetes que dieron origen al conflicto actual entre Colombia y Venezuela.
Aunque en 2004 ya las autoridades colombianas sabían que esos primeros cuatro lanzacohetes habían sido vendidos por Suecia a Venezuela, en ese momento no había certeza sobre la forma como habían terminado en manos de las Farc, razón por la cual el gobierno nacional optó por guardar un prudente silencio. No obstante, en marzo del año pasado, después del bombardeo al campamento de ‘Raúl Reyes’, aparecieron comprometedores correos electrónicos hallados en su PC los cuales empezaron a dar preocupantes indicios sobre la entrega de armas por parte del gobierno de Chávez a la guerrilla.
Una de las comunicaciones más comprometedoras es del 4 de enero de 2007. ‘Iván Márquez’ le envió un correo electrónico a ‘Reyes’ y otros miembros del Secretariado en el cual les da un reporte con varios puntos. “Como estaba previsto, el 3 de enero me reuní con los generales (Cliver) Alcalá y (Hugo) Carvajal (ambos generales venezolanos), hablamos de tres aspectos del plan estratégico: finanzas, armas y política de fronteras. Nos van a hacer llegar la próxima semana 20 bazucas de gran potencia, según ellos, de las cuales 10 serían para Timo (Timochenko) y 10 para acá. Alcalá sugirió que fuera una cantidad mayor”. Pocos días después de esa comunicación, el 20 de enero de 2007, ‘Márquez’ envió un nuevo correo dirigido a ‘Tirofijo’ y al Secretariado. Allí les confirmó, entre otras cosas, que “los aparatos que hemos recibido con Timo son cohetes antitanque de 85 mm., dos tubos y 21 cargas. El amigo dice que tienen más de 1.000 cargas y que próximamente nos hará llegar otras más, así como algunos tubos”. ‘Márquez’ afirma en su comunicación que los venezolanos “de nuevo plantearon la posibilidad de aprovechar las compras de armas de Venezuela a Rusia para incluir unos contenedores con destino a Farc. Sin asentir ni negar dijeron que no debería ser de la misma característica del material que están importando”. En otras palabras, los generales de Chávez les ofrecieron a las Farc camuflar su armamento con el del gobierno venezolano.
Estos, entre muchos otros correos, alertaron a las autoridades colombianas sobre la posibilidad de que al menos dos de los generales más cercanos a Chávez estuvieran entregando armas a las Farc. Las alarmas se dispararon en octubre del año pasado cuando el Ejército encontró los tres lanzacohetes en el campamento de las Farc, los cuales coinciden con las características de los descritos en los correos de ‘Iván Márquez’. A mediados de este año, el gobierno de Suecia confirmó a Colombia que esos lanzacohetes habían sido vendidos al Ejército de Venezuela. Con esta verificación Colombia entregó en junio pasado al gobierno de Chávez la información y solicitó las explicaciones del caso. Lo mismo hizo el gobierno sueco sin obtener ninguna respuesta oficial por parte de Chávez, quien se ha limitado a dar entrevistas a medios de comunicación repletas de desinformación sobre el tema.
Como si todo lo anterior fuera poco, hace tres semanas el diario estadounidense The New York Times registró en un artículo publicado en la primera página cómo después de haber sido pillado en el computador de ‘Reyes’ entregándoles equipo militar a las Farc, el Presidente de Venezuela había seguido con la intención de armar a esa guerrilla. De acuerdo con lo revelado por ese diario, funcionarios de ese país “apoyaron en territorio venezolano a los miembros de la guerrilla en negociaciones de armas y les expidieron documentos de identidad para que se movieran de un sitio a otro”.
Dice el Times que la información revelada proviene “de un material de computador incautado a los rebeldes hace algunos meses y que está siendo analizado por agencias de inteligencia occidentales”. El prestigioso diario afirma que tuvo acceso a comunicaciones entre miembros del Secretariado, entre ellos un mensaje de ‘Iván Márquez’ en el que se “describe el plan de las Farc de comprar en Venezuela misiles tierra-aire, rifles para francotiradores, y radios”.
El artículo de Times afirma que la negociación, tal como escribió ‘Márquez’, contaba con la ayuda del entonces director de la Policía de Inteligencia venezolana, el general Henry Rangel Silva. Otro alto funcionario venezolano que supo de la compra de armas que se pensaba llevar a cabo, según el diario, “cerca del Río Negro en el estado de Amazonas”, era el ex ministro del Interior venezolano Ramón Rodríguez Chacín.
Es totalmente escandaloso que un ex ministro de Chávez, su jefe de inteligencia y dos de sus más cercanos generales estén comprometidos en el proyecto de armar a la guerrilla colombiana. Pero tal vez más desconcertante es que con un acervo probatorio de esa magnitud, se haya logrado confundir a la opinión internacional.
Es difícil establecer si Hugo Chávez es un cínico o un mitómano. Cínico es el que miente con tal convicción que no se le nota. Mitómano es que el que se cree sus propias mentiras. Sea cual sea el rasgo dominante de su personalidad, lo que es increíble es que los que están en el banquillo en este momento son Álvaro Uribe y Colombia.
En el Palacio de Miraflores en Caracas, Hugo Chávez dijo que la guerrilla robó cinco lanzacohetes en un ataque a una base venezolana en 1995 y mostró algunas armas similares. Tres días después, durante una entrevista con Vicky Dávila no pudo explicar por qué eso ‘rockets’ terminaron en poder de las Farc
Desde la terraza de la casa azul que aparece en la foto guerrilleros de las Farc atentaron contra el avión del presidente Álvaro Uribe el 21 de octubre de 2003. Los seriales de las armas, que son las que aparecen en los fotos, permitieron determinar que se trataba de lanzacohetes AT-4 vendidos por Suecia a Venezuela
Estos son los tres lanzacohetes AT-4 vendidos por Suecia al Ejército de Venezuela y que fueron encontrados por militares colombianos el pasado 7 de octubre en un campamento de las Farc en el departamento del Meta. Las armas estaban en poder de hombres de ‘Jhon 40’ , uno de los jefes guerrilleros más cercanos al ‘Mono Jojoy’
El 27 de julio pasado SEMANA reveló las pruebas de cómo llegaron tres lanzacohetes del Ejército venezolano a manos de las Farc y los vínculos de generales venezolanos en esa entrega de armas a la guerrilla
Estos son otros dos lanzacohetes AT-4 de Venezuela que fueron encontrados el 31 de mayo de 2003 en una vereda del Guamo, Tolima, en manos de guerrilleros de la columna Teófilo Forero de las Farc
La Risa... Curando desde adentro
¿Sabía que a los seis años nos reímos hasta 300 veces al día, pero poco a poco la sociedad va mutilando esa capacidad natural de reír y nos convierte en personas serias, trascendentes y tristes, de tal forma que al llegar a los veinte años de edad apenas si reímos de quince a veinte ocasiones por jornada? ¿Qué es lo que pasa? .
Según el psicólogo José Elías, pionero de la risoterapia en el mundo de habla hispana, “en la edad adulta nos reímos tan poco porque en la pubertad, al incorporarnos plenamente a la vida social se nos educa para que no riamos con frecuencia, para no parecer despreocupados y provocar desconfianza en los demás”.
Así, paulatinamente vamos dejando la cara alegre, para volvernos una personas serias y rígidas. En ese momento dejamos de practicar el mejor de nuestros gestos, quizá el único, que diferencia a los humanos de los demás seres: la risa.
Pero según Elías, no sólo perdemos lo que se define como una “expresión emocional de la alegría y la felicidad que lleva a conseguir un estado placentero”, sino que además nos privamos de una de las mayores fuentes de salud física y psicológica.
Debido a sus efectos protectores, curativos y revitalizadores del organismo, la mente y las emociones, “la risa franca, debería incluirse entre las recomendaciones médicas junto con el ejercicio físico regular, una dieta equilibrada y el abandono del tabaco”, señala el risoterapeuta.
Estos son algunos de los consejos del autor de la “Guía Práctica de Risoterapia” para recuperar la risa, desarrollar el buen humor y aprender a ser feliz, desdramatizando la existencia que, según José Elías “es una tragicomedia”, y aprendiendo a reírnos de nosotros mismos y de “nuestras capacidades limitadas”:
1.- Bucée en su infancia.
Recuerde habitualmente aquellas cosas que de pequeño le hacían feliz: seguro que aún hoy en día algunas de ellas le hacen reír.
2.- No se aleje de las diversiones.
Cuando estamos tristes no queremos ir a lugares o reuniones divertidas, porque creemos que no nos vamos a entretener, pero la mayoría de las veces nos sorprendemos de lo bien que lo pasamos.
3.- Piense en lo que más le gusta.
Si se permite pensar negativamente y fijarse en las partes desagradables de su realidad, sus sentimientos serán también pesimistas y se instalarán en su mente como inquilinos indeseables.
4.- Deje que su cuerpo se libere.
Siempre que ría y la situación lo permita, intente realizar movimientos libres, como pataleos o volteretas, como los niños. Permita que sus músculos se muevan como quieran, y los movimientos realimenten su risa.
5.- Acuérdese de un buen chiste.
Siempre tendrá a mano una fórmula agradable para cambiar su estado de ánimo.
6.- Trate de suavizar los problemas.
A cada mala noticia que reciba añádale una buena, y así la huella emocional que le deja grabada la situación en su mente ya no será triste sino alegre.
Cuando se enfrente a algo que le parezca insuperable, reúna a sus amigos y pídales que le propongan soluciones al azar, con respuestas cortas y sin mucha reflexión. Pensar de forma diferente a lo estructurado ayuda a encontrar la solución o bien su punto de partida.
8.- Dibuje a su adversario.
Con un papel y lápices de colores haga la caricatura de la persona con la que tiene más problemas, póngale un nombre ridículo y contémplelo antes de una situación conflictiva. Ello provocará un cambio agradable en la relación.
9.- Deje volar la presión de su cabeza.
Escriba en un papel los problemas sobre los que no tiene control, átelo a un gran globo y suéltelo, liberándose de ellos de una vez. Es una metáfora que ayuda a aliviar la presión mental de las dificultades.
10.- Cambie la perspectiva.
Busque el sentido del humor a cada situación negativa que le suceda, en vez de quedarse con la sensación de tristeza. Si no puede cambiar la realidad acceda a verla desde otra óptica mejor para usted y su salud mental.
11.- Incorpore la risa a su vida habitual.
Esfuércese en encontrar el aspecto lúdico que tienen todos los hechos y situaciones y recuerde que la realidad no nos afecta por lo que es sino por lo que representa para cada uno y ello depende del estado de ánimo.
12.- Ríase frente al espejo.
Sobre todo por la mañana: al principio no le resultará fácil por la falta de costumbre, pero poco a poco empezará a brotar la hilaridad más rápidamente.
Las noticias más agradables del periódico y las revistas, y a menudo los chistes y viñetas, están al final, donde aparecen la cartelera, los pasatiempos y los temas de sociedad. Así alcanzará un estado de ánimo ideal para encajar las “noticias importantes”, es decir las tristes, de la portada.
14.- Si está decaido, vea una película cómica.
Para alejarse de la tristeza de inmediato, lo ideal es que vea un filme alegre cuando está empezando a ponerse triste o melancólico, ya que en ese momento resulta más fácil cambiar el ánimo.
15.- Cree su videoteca del buen humor.
Solemos coleccionar las mejores películas o grandes documentales, pero casi nadie tiene la mejor recopilación de escenas de risa o filmes graciosos, para verlas cuando está triste o incluso mejorar el tono si se está bien.
16.- Busque la compañía de gente positiva.
Procure relacionarse con personas con sentido del humor, que le hagan reír, le enseñen a ser más alegre y le ayuden a tener una mejor perspectiva de la vida, y así llegará a ser usted también alegre y optimista.
17.- Ría tres veces al día.
Al igual que se lava los dientes, ducha y come, incorpore el buen humor a su rutina diaria, para evitar el olvido. Reserve al menos tres momentos para reírse: por la mañana le ayudará a ver mejor el día; al mediodía le aligerará la digestión, y por la noche le evitará el insomnio.
18.- Aprenda a hacer y hacerse cosquillas.
Le ayudará a contactar de una forma más armoniosa y graciosa con usted mismo y los demás, y le ayudará a vencer el sentido del pudor que al llegar a adulto no le permite tocar a los demás ni dejarse tocar por ellos.
Ondas multisapidas... Eli Bravo
El multisápido gusto de la radio venezolana está en su diversidad
Llevo una semana deleitándome con el dial caraqueño. Con apetito omnívoro he consumido horas de programación radial en el proverbial tráfico capitalino. Digerirlas no ha sido fácil. Como el bufete de un resort en Punta Cana, la radio me ha ofrecido un menú disparejo y rico en calorías: analistas de amplio espectro, imberbes locutores de procaz irreverencia, militantes revolucionarios con discurso pre-formateado, engolados disc-jockeys congelados en los ochentas, nenas con lengua de silicona, historiadores a sueldo del credo bolivariano, y un largo etcétera que por fortuna incluye voces sensatas, honestas e inteligentes.
Si algún espía alienígena orbitando en su platillo volador tuviese que hacer un dossier sobre Venezuela, y para ello debiera valerse de la radio, su confusión sería cósmica. ¿Qué país es este donde el amor por el arpa llanera es obligatorio, las noticias de un apocalipsis endulzan el café, se adoctrina a placer y en cadena y los chicos se enamoran con regeatón? Quizás su informe llevaría por título La hallaca sónica: la psique criolla en las ondas hertzianas. El multisápido gusto de la radio venezolana está en su diversidad. Aquí se escuchan simultáneamente las opiniones destempladas, la salsa brava, la cartilla socialista y el electro dance. AM o FM.
En horario local o nacional. Y la radio, poco a poco y ante las tensiones políticas a las que se ha visto sometida, pareciera estar mostrando su ductilidad. Algunos colegas acusan los golpes propinados por el discurso oficial, y más contundente aún, comienzan a recibir las primeras señales desde el dogout: si queremos continuar en el terreno de juego debemos suavizar el picheo. Es cuestión de tiempo para que muchas emisoras se pinten de zanahoria, limitándose a una dieta sin sal ni colesterol capaz de taponarle las coronarias al corazón gubernamental. La autocensura es un cáncer tenaz.
Ya la televisión sufrió la enfermedad y el resultado ha sido una pantalla condescendiente, con las guerreras excepciones de RCTV y Globovisión. Pero aderece el guiso de la revocatoria de concesiones y el desmontaje de los circuitos radiales con el picante de una ley de delitos mediáticos y la mesa está servida. Con el detalle de que todos los platos tendrán el mismo sabor: miedo y cautela en salsa acomodaticia. Cuando la Fiscal General de un país como Venezuela asegura que es necesario regular la libertad de expresión, ya sabemos cuál es el mensaje. Ponga musiquita, hable de farándula y mándele un saludo al comandante.
Ley Orgásmica de Delitos Mediáticos... Laureano Márquez
En este mundo traidor, sí que hay verdad y hay mentira, pues miente el opositor porque no piensa, conspira.
EXPOSICIÓN DE EMOTIVOS: Con la finalidad de preservar la verdad absoluta y evitar que los comunicadores caigan en la mentira y la manipulación (y también porque aquel lo pidió), se promulga la siguiente “ley de delitos mediáticos”, sueño largamente acariciado por nuestro amado líder:
ARTÍCULO 1: DEL DELITO. Toda persona que divulgue una información falsa, que hable mal de él, que no le guste y que discrepe de la verdadera verdad o incluso que intente mostrar alguna contradicción subyacente de él consigo mismo, será penada con cárcel de hasta cuatro años renovables, sin juicio, con retención preventiva indefinida y sin derecho a publicación de la sentencia ni a ninguna de esas pendejadas conocidas como amparo, habeas corpus y afines de la legislación burguesa.
ARTÍCULO 2: DE LA NOTICIA. Se entiende que una noticia es falsa cuando sus postulados no coinciden con los de los canales Venezolana de Televisión o Telesur, que son ambos absolutamente objetivos e imparciales. Toda protesta que sea reseñada por cualquier medio, sin que haya aparecido previamente registrada en los espacios oficiales y veraces citados, será tenida como falsa e inexistente, como el caso de Curiepe.
ARTÍCULO 3: DE LOS DELINCUENTES. Serán considerados delincuentes todos aquellos que hablen, opinen, escriban, canten o bailen. Incluso los mimos podrán ser acusados de “silencio cómplice” si con sus gestos manifiestan cualquier actitud carente de veracidad. También son delincuentes los que opinen de manera equivocada y los que permitan que otros opinen de la misma forma. Los compositores de gaitas zulianas que desde hace 10 años no hacen sino mentir. Será tenido por delincuente también todo canal de noticias del que sea socio propietario un señor que venda carros y cace animales y esté asociado con cualquier ciudadano cuyo apellido comience por “r” y termine en “el” y tenga alguna “a” entre los dos términos.
DEPOSICIONES FINALES: Esta ley es breve, dada la necesidad de aprobarla pronto, muy pronto. Cualquier duda sobre lo que constituye verdad o falsedad y el tipo de sanción aplicable más allá de lo que aquí se establece, podrá ser resuelta discrecionalmente por el único ciudadano que nunca ha mentido en Venezuela y que juró defender la Constitución, no sólo la anterior sino también la actual… Aunque usted no lo crea…
Esperamos que esta ley se cumpla, Dios mediático…
Patria, socialismo y muerte… ¡¡¡Los callaremos!!!
JALAR MECATE... Laureano Márquez
Según Mariano Picón Salas, con el lema de “vivamos, callemos y aprovechemos” se consumieron varias generaciones de venezolanos. Se refiere al período gomecista, claro está. Lo trae a colación en un ensayo dedicado al estudio de la importancia de Doña Bárbara y del esfuerzo de Gallegos por romper el letargo de la sociedad pisoteada por el Benemérito.
En todo caso, da cierto consuelo de tontos que este “vivamos, callemos y aprovechemos” no sea propiedad exclusiva de nuestro tiempo. En Venezuela, esa modalidad de vida está siempre acompañada de lo que, criollamente, suele denominarse la “jaladera de mecate” o “jaladera de bola”.
El arte del jalabolismo tiene larga tradición entre nosotros, se cultiva especialmente en aquellos tiempos en los que todo el poder está en manos del pueblo, es decir, de un solo hombre que se hace llamar a sí mismo “pueblo”. La adulación suele ser representada como una mujer vestida de forma elegante, tocando una flauta (música grata a los oídos es la jalada) y rodeada de abejas aguijones en ristre, junto a un fuelle, simbolizando que se apaga la luz de la razón y se encienden las pasiones.
Aunque no lo parezca, adular se convierte en un refinado arte que requiere de tacto y moderación: Una lisonja excesiva puede ofender, una jalada feroz puede lastimar. Por ejemplo, si su jefe dice: “Esta mañana se me ocurrió una idea”, no debe salir usted, de una, a aplaudirle.
Lo razonable es conocer primero la idea y luego aplaudirla porque podrían responderle a uno, como en efecto le respondieron a alguien:
“Pero bueno, chico, cómo vas a aplaudir mi idea antes de que yo la diga, ¿tú eres brujo, acaso, para saber lo que yo estoy pensando?” No es difícil, pues, que el jalador caiga fácilmente en desgracia. Un episodio conocido es el de Nicolás Fouquet, consejero de Estado del rey Luis XIV.
Para la inauguración de su castillo en “Vaux-leVicomte”, este hombre preparó una cena, en honor al Rey, tan magnífica que hasta contrató al celebrado François Vatel (como decir Sumito Estevez, pero francés). La cena fue tan magnífica y la jalada tan espectacular que el Rey se ofendió y no habían hecho la digestión cuando ya Fouquet estaba preso.
Claro que hay que tener en cuenta que Fouquet le estaba jalando a alguien que ya había dicho de sí mismo: “El Estado soy yo”. Es que también hay jalantes osados. Será por situaciones como la descrita que el escritor Paul Ambroise Valéry: “Cuando alguien te lame las suelas de los zapatos, colócale el pie encima antes de que comience a morderte”.
Atención, pues, a lo que la historia aconseja en materia de jalada: moderación. Jaladores: No tenemos nada que perder –y menos las cadenas– y un mundo entero por jalar: jaladores del mundo… uníos.
Cadena perpetua... Laureano Márquez
A Vargas Llosa, lástima que no sepa leer ni escribir.
Sé que es de lo más aborrecible el decir “yo lo dije”, pero qué se va a hacer si uno lo dijo y, como afirmó en su momento Pilatos: “Quod scripsi, scripsi”, es decir, lo escrito, escrito está.
Y es que una de las características del humor es que siempre se adelanta a los acontecimientos. Lo que van a leer fue escrito en julio de 2003. Ante el anuncio de la cadena perpetua que nos hace esta semana cobra nueva actualidad.
Naturalmente, los nombres de los protagonistas han sido cambiados, fundamentalmente por culillo:
PROTAGONISTAS DE PAÍS:
Chacu “Cadena” Chacu.
En la madrugada, entre sueños, rumbo a una urgencia urinaria de esas que se presentan a golpe de tres de la mañana, uno pasa frente al televisor y lo enciende.
La cadena continúa: Hay movimiento, sospechoso cuchicheo y risitas en la primera cama de la patria. Una mano mueve la cámara y la dirige hacia el techo. Uno se queda dormido con la televisión encendida y cuando te despiertas, a las seis de la mañana, está ya Chacu duchándose en un espacioso baño. Una cámara lo toma en un ángulo que lo muestra de espaldas y de la cintura para arriba. Amaneció de buen humor y mientras se enjabona canta: Chacu: Qué triste se oye la lluvia en los techos de cartón. Arriba vive la mujer preñada, abajo está la ciudad que se pierde en su maraña. Qué triste vive mi gente en las casas de cartón…
Diez minutos más tarde, con la toalla ceñida a la cintura, le vemos cepillarse los dientes. Mientras coloca la crema en el cepillo, les habla a los niños: “Es importante cepillarse los dientes tres veces al día. Eso no lo decían antes. Lo que había a esta hora era que si Mingo, que si la Colomina, y ellos nunca dijeron que los dientes tienen que cepillarse regularmente (canta ahora a cámara con la boca llena de espuma): los dientes de arriba se cepillan hacia abajo, los dientes de abajo se cepillan hacia arriba y las muelitas debes limpiar con un movimiento circular”.
Quince minutos más tarde, vemos una mano que saca un traje del clóset. Asistimos a un diálogo en alta voz, con toda la intención de que el micrófono lo recoja: Voz en Off: Diosdado mío, ¡qué cantidad de ropa!… Sargento Perkins, venga acá…
Sargento Perkins: Mande, mi señor…
Voz en Off: ¿Qué hace este roperío loco aquí?
Sargento Perkins: Bueno, yo…
Voz en Off: Usted nada… (la mano saca los trajes y los lanza con ira sobra la cama)… Me sacas todo esto de aquí. Es más, los subastas en el mercado Guaicaipuro y las ganancias se la damos a la gente de La Bombilla…
A media mañana, la cámara muestra una escena extraña: Arcia C. está en el despacho principal; hablan bajito y mirando a la cámara. Salen de cuadro y la toma se mantiene fija sobre el despacho.
Entran quince minutos más tarde, sonreídos, y continúan la escena con fingida naturalidad:
Chacu: Entonces, Arcia C., ¿cuántas casas me dijiste que se iban a construir?
Arcia C.: Trescientas mil.
Chacu: ¿Trescientas mil?… ¿A cómo sale cada casa?
Arcia C.: Terminada… seis millones.
Chacu: Seis millones (toma nota). Déjame ver (abre una gaveta) que creo que por aquí me quedan unos seiscientos mil millardos que sobraron de un ahorro que hicimos el otro día de unos situados…
Toma, construye cien mil más…
Arcia C.: Gracias, Jefe…
Asistimos en vivo al almuerzo, durante el cual el jefe nos habla de una dieta balanceada, rica en proteínas y baja en carbohidratos. Termina el almuerzo con unas conservitas de coco y él dicta la receta de la abuela. En generador de caracteres, aparecen los ingredientes.
A media tarde, lo encontramos hablando por teléfono en la limosina:
Chacu: ¿Aló? ¿Lula? ¿Qué mais? ¿Cómo está la vaina? ¿Qué estás haciendo? ¿Presentando mensaje al Congreso? Te quito un ratico nada más… Voy el jueves para allá a reunirme con los sin tierra, tenemos que resolver ese problema…
Transcurre la tarde con un acto indígena en el Teatro Municipal y un encuentro latinoamericano en Parque Central. Cercano a la media noche, antes de dormirnos, le vemos hablar con Fidel: “¿Aló?, Fidel… ¿cómo sigues?, ¿te estás tomando las medicinas? Ten cuidado con la tensión… Te voy a mandar unas pencas de sábila en el camastrón. Hasta mañana, ¡bendición! El jefe se duerme y los ciudadanos tenemos pesadillas. Es él, que en cadena telepática, nos impone sus sueños.
Lo dicho: Quod scripsi, scripsi, por tal razón, yo me lavo las manos como Pilatos lavó las de él.